José Luis Puerto firma con 'Cristal de roca' la quinta entrega de su proyecto en torno a la memoria

El autor salmantino presentará su nuevo libro el próximo 1 de junio en la Feria del Libro de Valladolid, acompañado por Fernando del Val

R.C.G.T
Domingo, 26, Mayo, 2024

Poeta, ensayista y etnógrafo, el escritor salmantino José Luis Puerto (La Alberca, 1953) inició en 1991, con la publicación de 'Las cordilleras del alba’, un ambicioso proyecto narrativo de prosa creativa en torno a la memoria que bautizó como ‘Él tiempo de la gracia’. Tras aquella entrega, en 2008 vio la luz ‘Un bestiario de Alfranca’, al que siguió en 2021 ‘La madre de los aires’ y ahora añade una nueva muesca a la serie con ‘Cristal de roca’ (Editorial Páramo, 16 euros), que acaba de llegar a las librerías y que tendrá su presentación oficial el próximo sábado, 1 de junio, en el Círculo de Recreo, dentro de las actividades de la Feria del Libro de Valladolid, con el autor acompañado por el poeta y periodista Fernando del Val.

‘Cristal de roca’ gira, según explica Puerto en declaraciones a Ical, en torno a las “melodías de la memoria que siempre están, de alguna manera, en la mente y en el corazón del escritor, que ha vivido toda una serie de experiencias”. Es un libro estructurado en tres ámbitos, con un texto de entrada donde recrea el origen del título, seguido de otro grupo de escritos que ha titulado ‘Estancias’ y otro bautizado como ‘Las pequeñas historias’, todo ello con un broche final a modo de coda.

Sobre el título del libro, explica que alude a un elemento mineral que se ha convertido en “simbólico” para él y que descubrió en sus años de estudiante de bachillerato en Linares de Ríofrío. “Cuando llegaba el buen tiempo, en el último trimestre, los curas nos llevaban a bañarnos atravesando unos senderos de bosques y huertos, y en un momento del trayecto, en una suerte de franja geológica, aparecían cristales de roca. Para mí, que era un adolescente casi salido de la niñez, encontrarme con aquellos minerales transparentes y a la vez tan duros, cristalizados en prismas, era toda una fascinación”, relata.

 

Un "símbolo de permanencia"

 

Con el paso de los años, aquel material tan singular se ha convertido para él en “un elemento simbólico”, un “símbolo de permanencia, de transparencia y al mismo tiempo también de protección”. “En ese cristal de roca, en esa transparencia, de alguna manera se ha ido incluyendo todo lo que amo a lo largo de la vida. Todo ese mundo de la memoria que sigue dentro de mí”, detalla.

Portada del libro. (Foto: Ical)

La escritura de ‘Cristal de roca’, según explica, ha sido un proceso largo, que se prolonga quizá más allá de la última década, al modo de “esas gotas que en las cuevas van cayendo del techo cada poco tiempo”. Con ese goteo de recuerdos que salpica las páginas del libro, Puerto plasma negro sobre blanco pequeñas historias de su niñez, desde la alcoba que compartía para dormir con su abuelo Pablo, que era asmático, presidida por un Cristo crucificado con el rostro tapado con una concha, o cuando como todos los niños de su pueblo coleccionaba cromos de artistas de cine y el primero que terminara la colección recibía de la mujer del comercio local una pluma estilográfica.

Entre sus páginas aparecen “seres desvalidos” que conoció en su niñez, que conviven en ese almanaque vital con otros objetos o pequeñas cosas que conforman su sustrato vital. “Por ejemplo, las cajas de brasas que llevábamos a la escuela en el invierno para calentar los pies, esa suerte de cuenco de aluminio que había traído mi padre de la mili y que andaba por casa, o la cartera plana que llevaba mi abuelo en el chaleco donde guardaba lo que para mí eran pequeños tesoros…”, desgrana.

“Hay una gran variedad de textos, algunos partiendo de la naturaleza, pero todo siempre en torno a tirar de los hilos de la memoria para ver posibles significaciones”, afirma. El libro, asimismo, intenta arrojar algo de luz sobre los más frágiles de los seres humanos, ancianos y niños, buceando en “el mundo de los seres próximos: el abuelo, los padres, los hermanos, las gentes amigas…”.

La memoria, el mito y el rito son, así, protagonistas en un volumen marcado sin duda por el ámbito rural de La Alberca, de donde procede el autor. “Las claves de la vida pasan siempre por la ritualización. Con el tiempo te das cuenta de que incluso pequeños objetos o cosas que has vivido, luego tienen significaciones profundas y se convierten en elementos míticos”, desvela.

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