Está España entera acongojada por el desastre. Desde todos los lugares de la Península se organizan para ir a ayudar, enviar comida, ropa y dinero. Todos sufrimos por los damnificados y hasta mis amigos extranjeros me expresan su dolor por tanto padecimiento. Menos mal que el martes, tras el Consejo de ministros, nuestro amado presidente alivió buena parte de nuestra aflicción: "Yo estoy bien. Y agradezco las muestras de solidaridad que he recibido".
El jueves hemos sabido que el Ministerio del Interior, con Marlaska al frente, siempre tan diligente a la hora de detener delincuentes como demostró este verano cuando un prófugo de la justicia dio un mitin en pleno centro de Barcelona, ha desplegado la unidad de élite antiterrorista de la Guardia Civil en el operativo de investigación de los altercados durante la visita de Pedro Sánchez a Paiporta. Es lo mínimo que puede hacer. Estamos hablando nada menos que de un intento de magnicidio, de un elaborado complot de peligrosos grupos de ultraderecha armados con escobas y bolas de ese fango que tanto asco le da a nuestro amado presidente.
Se trata de la Unidad Central Especial 3, especializada en sectas, movimientos racistas, xenófobos y antisistema, investigaciones de Defensa Nacional, contrainteligencia y ciberterrorismo, que se ha desplazado de forma urgente desde Madrid a Valencia para dar apoyo al Servicio de Información de la Comandancia de la Guardia Civil de la ciudad y liderar la investigación. Varios medios recogen el sentir de algunos mandos de la Guardia Civil y es evidente que el Cuerpo sigue infestado de fascistas. Califican este despliegue de "desproporcionado".
Recurrir a la UCE les parece que "es matar moscas a cañonazos". Fulminar a Pérez de los Cobos no ha sido suficiente ministro, hay que perseverar en las purgas. Y también en la investigación, porque de momento no se ha podido relacionar a ninguno de los detenidos con los Guerrilleros de Cristo Rey ni con el Batallón Vasco Español. Ni siquiera con el Ku Klux Klan. Al parecer son vecinos de la zona, incomprensiblemente enfadados con este presidente tan bueno y generoso, dispuesto a darles todo lo que necesiten, siempre y cuando se lo pidan.
Anunció también Sánchez el martes un plan de ayudas de 10.000 millones de euros. Claro que habrá que echar bien la cuentas, porque incluye entre otras cosas que quienes se han quedado sin casas y negocios puedan "aplazar" los pagos de sus cuotas a la Seguridad Social y no pagar el IBI, que es un impuesto que no recauda Hacienda, sino los ayuntamientos. Y nos explicó, además, que esto es sólo el principio y que dará más ayudas. Pero estas, no bastará con pedírselas. Habrá que aprobarle esos presupuestos que con tanto ahínco negocia hace semanas con Puigdemont en Suiza. Por lo visto, tras la riada, Sánchez cree haber encontrado un filón.
Se le ha visto tanto el plumero que ahora sus corifeos mediáticos se afanan en negar la mayor y aseguran que Sánchez no vinculó en ningún momento las ayudas a unos nuevos presupuestos. Veamos lo que dijo exactamente y que cada uno saque sus conclusiones. La pregunta era: "¿Todo esto se puede llevar a cabo sin unos nuevos presupuestos generales del Estado?". Y la respuesta del presidente fue: "Por supuesto necesitaremos unos nuevos Presupuestos Generales del Estado. Si había alguna razón para aprobarlos antes de esta DANA y las terribles tragedias que está acarreando en todos los ámbitos, vital, humano, económico, sectorial, social... Si antes decía que no iba a eludir mi responsabilidad de presentar unas cuentas públicas, en esta ocasión esa responsabilidad se multiplica hasta unos límites colosales. Por tanto, vamos a ofrecer a los grupos parlamentarios un nuevo marco presupuestario para atender las realidades de cada uno de los territorios, singularmente de aquellas comunidades, especialmente Valencia, que se ven afectadas por esta tragedia climática. Espero que tengamos el apoyo mayoritario de la cámara para aprobar unos presupuestos hoy aún más necesarios que ayer".
Ni para las ayudas por la pandemia, ni para las que tan gentilmente derramó sobre nosotros por la guerra en Ucrania o para combatir los efectos de esa inflación que gracias a él ya hemos dominado necesitó Sánchez aprobar o modificar ningún presupuesto. Pero ahora sí. Bueno, son esas contradicciones que parecen responder a una extraña mutación en su ADN. No hay más que ver cómo justificó, también el martes, que el Gobierno no asuma el mando de la catástrofe, pese a la pésima gestión demostrada por Mazón: "Sería restarle eficacia al operativo". Que nadie busque en esto motivos mezquinos o un absurdo tacticismo político. Lo que viene a decir es que, aunque lo de Mazón ha sido nefasto, él lo haría peor.
En esto de buscar un filón y acabar chapoteando en sus contradicciones, el presidente no está sólo. Pico y pala en mano, le acompaña la psicóloga Ione Belarra, experta en tragedias, antes ministra y ahora simple diputada. No contenta con exprimir las erecciones de su ex camarada Íñigo para intentar remontar el vuelo de Podemos, quiere encontrar ahora bajo el barro de Valencia una pepita de oro. Al día siguiente de que Sánchez presentara su paquete, el de 10.000 millones en ayudas quiero decir, dice Belarra que "ese escudo social debe financiarse con multas y sanciones a las empresas criminales que mantuvieron activos a sus trabajadores en plena DANA".
Esas empresas criminales son, según ella, Mercadona, Inditex, Ikea y Coca-Cola. Ya la semana pasada presentó una proposición no de ley para investigar y multar a estas empresas que, a su juicio, deberían haber parado por completo su actividad desde el primer momento. Mazón no avisó a tiempo, la población estaba indefensa porque no sabía la que se le venía encima y las alertas llegaron cuando estaban subidos a los árboles y a los tejados viendo pasar los coches arrastrados por la riada. Pero Mercadona, Inditex, Ikea y Coca-Cola, el resto de empresas, grandes y pequeñas no, pero estas cuatro sí, tenían que haber previsto lo que iba a suceder. Es más, lo sabían, pero en su criminal afán de hacer caja obligaron a sus trabajadores a acudir al matadero. Dice Belarra que Mercadona, "nunca podrá reparar el daño que ha hecho, en especial a la sociedad valenciana". Con todo el bien que está haciendo ella a los valencianos buscando su filón.