La batalla contra el cáncer se escenifica, cuando tienes la enfermedad, desde muchos puntos de vista. Tienes tu propia lucha interna, contigo mismo, por lo que te pasa. Tienes, por otro lado, la lucha física, porque las defensas, poco a poco, se van debilitando. También tienes la lucha contra las consecuencias que pueden afectar tu día a día, ya que la enfermedad te limita a hacer cosas que, si no se hubiese dado el caso, habrías puesto en marcha.
Y, tienes, por último y no menos importante, la lucha de no tener la enfermedad, pero sí la intención de curarla como le pasa a nuestra siguiente protagonista. Se llama Cristina Aparicio (Palencia, 1997), colaboradora de la Asociación Española contra el Cáncer en Valladolid, y solo le queda un año para sacarse el doctorado. Mientras, no desaprovecha, en ningún momento, su tiempo en el Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) de Valladolid.
Aparicio, que recibe a TRIBUNA en el laboratorio, cuenta con un contrato predoctoral que le está permitiendo analizar una terapia que ya ha funcionado en Barcelona y en el extranjero. Aun así, antes de dar este paso, y como detalla a este medio, la joven investigadora "no tenía claro" qué estudiar cuando cursaba el bachiller: "Me gustaba la ciencia porque se puede contribuir en la sociedad de alguna manera. Eso me llevó a inclinarme por la biotecnología y me fui a estudiarla a la Universidad de León".
Es, precisamente, en León donde se dio cuenta que lo que quería hacer era un máster al respecto, por lo que se fue a Barcelona y, de nuevo, lejos de su familia, para no dejar escapar sus sueños. En Valladolid, cuando acabó el máster, surgió la posibilidad de hacer el doctorado relacionado con el cáncer, que es lo que le gustaba. A partir de ese momento, ha tenido la merecida oportunidad de visitar Estados Unidos "en una estancia de investigación sobre la enfermedad", ya que la recomendaron que lo hiciera.
SUS CONTINUOS CAMBIOS DE VIDA
Su esfuerzo, al estar en diferentes lugares del país en muy poco margen de tiempo, le ha supuesto tener que cambiar su nivel de vida. Es decir, salió de su "zona de confort" para seguir su camino por obligación y no tanto por convicción, ya que Cristina quería estudiar lo que le gustaba más cerca de su casa, más cerca de Palencia. "Hay que sacar una buena nota para entrar en estas carreras y también en el máster, que te marcan una serie de requisitos como el nivel de inglés. Pude ir de erasmus, que es algo que recomiendo a todo el mundo. Es una buena oportunidad de descubrirte a ti mismo", explica.
Cuando tuvo claro lo que estudiar, le surgieron varios problemas. "Cada elección que he hecho me ha ido llevando a diferentes etapas de mi vida. Fue muy complicado elegir la carrera porque no sabes si vas a acertar o no... El problema es cuando sales del máster... Ahí te toca hacer el doctorado... Pero, ¿dónde? Me decanté, finalmente, por ello porque estaba muy interesada en seguir estudiando este tema", asegura.
Afortunadamente, Aparicio no ha tenido que vivir de cerca el cáncer, puesto que ningún familiar lo ha padecido. Sin embargo, y como bien reconoce, "siempre hay gente cercana que tiene o ha tenido cáncer" porque es una enfermedad "muy prevalente". Las personas que han ido a preguntarla, de hecho, son las que contactan con la propia AECC: "Se interesan por lo que investigamos o por los avances que tenemos. A través de la asociación hablo con ellos al no poder hacerlo desde mi línea de investigación".
"Es una gran oportunidad hacer algo que me gusta porque no todo el mundo puede hacerlo. Tenía claro el tema, pero estaba buscando la posibilidad de quedarme en España... Tuve la suerte de encontrar una opción en Valladolid... al lado de casa", añade.
SU DÍA A DÍA EN EL LABORATORIO
La investigadora palentina pasa "muchas horas" en el laboratorio. A partir del momento en el que descubrió la terapia CAR-T, concentró toda su atención en poder analizarlo hasta el punto de que sea, en un futuro, una cura real. Se trata de "un fármaco que se basa en la utilización de unas células del sistema inmune", los linfocitos T, que se modifican "genéticamente" para que puedan "llegar y atacar las células tumorales".
La buena noticia de esta terapia es que ya ha dado resultado. "Hay terapias CAR-T comercializadas en Europa, que han llegado a curar a pacientes que no respondían a ningún otro tratamiento. Está teniendo muy buenos resultados, y en España también. El año pasado en Barcelona se aprobó un tipo de terapia CAR-T contra la leucemia que ha desarrollado el Hospital Clínic", apunta.
Aunque Aparicio todavía está desarrollando el "producto" sin llegar "a la práctica", piensa que los "tumores hematológicos" son "más fáciles de abordar" con la terapia descrita. "Es un proceso que superaría cualquier tesis doctoral porque el producto tendría que pasar por los ensayos en el laboratorio, probarlo con modelos animales y ya, posteriormente, si todo sale bien, con ensayos clínicos", explica.
Sin embargo, la falta de inversión dificulta poner en marcha este tipo de procesos. La joven destaca que en el extranjero "hay mayor inversión y colaboración entre empresas e instituciones públicas", pero lamenta que esa situación no se dé en España. "No hacen mejor ciencia en el extranjero, solo cuentan con mayor inversión", aclara. Esa cantidad de dinero destinado les permiten, por ejemplo, "tener mayor margen, mayor capacidad y abarcar más campo", así como "hacer más experimentos".
De hecho, la investigadora cree que la clase política no apuesta por la ciencia porque busca "beneficios inmediatos" y, en este sentido, la ciencia "mira hacia el futuro", donde garantiza resultados. Ese es, entre otros muchos, uno de los sueños que tiene por cumplir, pese a que la preocupa su situación cuando acabe el doctorado. En cualquier caso, y después de recorrer medio mundo, las ganas que tiene Aparicio de "curar" la enfermedad la llevarán por el camino correcto sin la ayuda de los dirigentes políticos, que deberían tomar como ejemplo las experiencias vividas de, al menos, esta talentosa palentina.